¿Puede una bacteria ayudarnos a combatir el cáncer? Esta pregunta que puede sonarnos un poco extraña a priori podría ser todo un hito en los avances en la investigación del cáncer. 


  • Microambiente tumoral y bacterias

El microambiente tumoral se compone de células sanas y vasos sanguíneos que rodean y alimentan al tumor, pero también podemos encontrar microorganismos poblando este medio. A este conjunto de bacterias residentes en el microambiente tumoral se le conoce como microbioma tumoral. De hecho, los pacientes que padecen un mismo tipo de cáncer pueden presentar especies comunes en su microbioma tumoral, es decir, parece que existen bacterias características de los distintos microambientes tumorales.

Lo valioso es que estos microorganismos podrían promover la acción de nuestro sistema inmune, potenciando así la respuesta frente a las células cancerosas. Las bacterias que rodean al tumor expresan multitud de péptidos HLA (Antígenos Leucocitarios Humanos). Los antígenos leucocitarios humanos son moléculas presentes en la superficie de casi todas las células de un individuo. Estos antígenos los heredamos de nuestros padres y cada individuo presenta una combinación única de ellos. Su función principal es ayudar al sistema inmune a diferenciar entre lo propio y ajeno. Es decir, actúan como una “etiqueta de identificación” que indica a nuestro sistema inmune qué células o agentes externos, como virus o bacterias, deben ser atacados y cuáles no, ya que las reconoce como propias y sanas.
 
En el caso del cáncer, estos péptidos juegan un papel fundamental en la estrategia evasiva de las células tumorales frente al sistema inmune. Las moléculas HLA son las que presentan las células cancerosas a los linfocitos T CD8+ encargados de destruirlas. Es por ello que, para escapar del sistema inmune, las células tumorales desregulan la expresión de péptidos HLA, evitando la presentación de estos antígenos tumorales y evitando así ser destruidas.
Aquí es donde entra en juego el microbioma tumoral. Estas bacterias tienen la capacidad de entrar en la célula cancerosa. Cuando las bacterias entran en la célula, los péptidos HLA bacterianos comienzan a expresarse en la superficie de la célula tumoral. Esto permite que los linfocitos T reconozcan las células marcadas y liberen citocinas que inhiben el crecimiento del tumor. 


  • ¿Cómo podemos beneficiarnos de estas bacterias?

Se desconoce por qué el cáncer estaría actuando así, ya que expresar los péptidos HLA en su superficie celular estaría promoviendo su propia destrucción.

No obstante, la composición del microbioma tumoral se asocia con una mayor activación de los linfocitos T y también con un mejor pronóstico para los pacientes que presentan bacterias de este tipo.

Además, este hecho sienta las bases de futuras líneas de investigación. Como los antígenos bacterianos no son propios de nuestro organismo, podrían servir como dianas terapéuticas, sin dañar nuestras propias células. Además, este mecanismo de presentación de antígenos podría explicar las diferencias en la respuesta al tratamiento entre pacientes.

Una vez más, se hace patente el gran valor de la relación de simbiosis que mantenemos con los microorganismos que habitan nuestro cuerpo.