Un trasplante consiste en la sustitución de un órgano o tejido enfermo por otro de un donante que funcione adecuadamente.

Sin embargo, aunque los trasplantes suponen una técnica muy útil, no siempre se llevan a cabo con éxito, pudiendo producirse un rechazo: el sistema inmune de la persona trasplantada puede reconocer los antígenos del órgano o tejido del donante (aloantígenos o antígenos del injerto) como extraños, destruyendo las células de este. 

¿Por qué se produce un rechazo? 

El sistema de histocompatibilidad y la respuesta humoral adquieren un papel importante en el pronóstico del trasplante, ya que los rechazos ocurren por diferencias genéticas del antígeno leucocitario humano (HLA) entre el donante y el receptor. 

Hay dos vías de reconocimiento antigénico: 

  • Vía indirecta: las células presentadoras de antígenos (CPA) del receptor procesan los aloantígenos del donante, ensamblándolos junto con moléculas del complejo mayor de histocompatibilidad (CMH) del receptor en la superficie celular para su presentación a los linfocitos T del receptor.

  • Vía directa: las células T también pueden reconocer directamente los antígenos sin procesar, a través de las CPA del donante.

Las células T CD4+ helper naïve (nTh) son una de las primeras en ser activadas tras el trasplante, lo que les da un papel clave en el proceso de rechazo. Cuando se activan, pueden adquirir tanto un fenotipo Th1 (proinflamatorio) como Th2 (antiinflamatorio).

Tipos de rechazo

  • El receptor puede rechazar las células del donante de forma inmediata tras el injerto a través de mecanismos humorales, es decir, por formación de anticuerpo anti-HLA y activación de la vía del complemento. En ese caso se produce un rechazo hiperagudo y ocurre por la presencia de anticuerpos preexistentes (derivados del embarazo, trasfusiones sanguíneas y/o trasplantes previos).

  • Una respuesta Th1 se correlaciona con episodios de rechazo agudo, con la producción de citocinas proinflamatorias. Este perfil activa macrófagos, células natural killer (NK), y linfocitos T citotóxicos (Tc). Los Tc atacan el injerto y liberan proteínas que inducen la apoptosis de las células del órgano o tejido del donante. Este tipo de rechazo puede ocurrir entre la primera semana y 3 meses después del trasplante. 

  • Las respuestas antiinflamatorias alogénicas están dominadas principalmente por un fenotipo Th2, asociado con el rechazo crónico. Las células Th2 favorecen la activación de las células B, que se diferencian a células plasmáticas productoras de anticuerpos (principalmente IgG e IgM) con especificidad hacia el injerto: estos anticuerpos se unen al endotelio, lo que conlleva la lisis celular. Alternativamente, las células B pueden diferenciarse también en células de memoria, desarrollando una respuesta inmune de memoria. Este suele ocurrir años después del trasplante por una respuesta inmune constante contra el órgano que acaba dañándolo lentamente.

¿Cómo prevenir un rechazo?

Para evitar los rechazos se pueden realizar estudios inmunológicos del donante y del receptor, mediante la tipificación de los antígenos HLA de ambos. La probabilidad de que dos individuos tengan los mismos antígenos es extremadamente baja, a excepción de los gemelos idénticos. Sin embargo, se intenta buscar la máxima compatibilidad entre donante y receptor. Inicialmente se aplicaban métodos serológicos pero la tendencia actual está evolucionando hacia métodos moleculares a través de una PCR (reacción en cadena de la polimerasa), lo que permite una mayor definición. También se pueden aplicar técnicas basadas en secuenciación como la NGS (Next Generation Secuencing) pero actualmente solo se emplea en casos de hipersensibilidad y trasplantes de medula ósea.

Cuando ya se ha realizado la tipificación de los antígenos, se define el grado de compatibilidad. A mayor compatibilidad menor riesgo de respuesta inmune del receptor contra el órgano.

También se aplican otras técnicas para evitar rechazos antes de realizar un trasplante como la prueba cruzada, que consiste en el análisis de la sensibilización humoral del receptor contra el donante, es decir, la detección de anticuerpos anti-HLA. 

A pesar del notable aumento de la donación de órganos en los últimos años, la oferta y disponibilidad de células, de tejidos y, en especial, de órganos de donación está muy por debajo de la demanda, existiendo además otras barreras para el acceso a estos procedimientos. Por otro lado, los esfuerzos para mejorar la seguridad de los trasplantes continúan, investigándose nuevas formas de reducir los rechazos y aumentar las probabilidades de éxito de los trasplantes.