El embarazo es un estado que desafía los fundamentos de la inmunología debido a que conviven dos individuos genéticamente distintos sin producirse ningún rechazo. Aunque todavía queda mucho por establecer, se han observado mecanismos especializados del sistema inmune innato y adaptativo que median un estado de tolerancia, permitiendo esta convivencia. 
Los procesos fisiológicos relacionados con la reproducción como la ovulación, menstruación o la implantación del feto son procesos inflamatorios, por lo que el sistema inmune va a tener un papel principal en la fertilidad y la salud reproductiva.

  • Cambios inmunológicos durante el embarazo: la tolerancia materna

Durante el embarazo se producen gran variedad de cambios anatómicos y fisiológicos en la madre que tienen como función la implantación del embrión. La base de estos cambios fisiológicos reside en el aumento de los niveles hormonales: las hormonas implicadas en el embarazo parecen tener un rol emergente fundamental en la modulación de procesos inmunes a lo largo de este, lo que es esencial para que el feto se desarrolle. Tanto el embrión como la placenta expresan antígenos paternos que pueden ser reconocidos como ajenos por el sistema inmune materno y provocar daños en el feto. Para evitar esto, se produce un estado activo de tolerancia inmune mediado por células T reguladoras CD4+ (o Treg), las cuales presentan actividad antiinflamatoria, inmunorreguladora y vasorreguladora, e inhiben la inmunidad materna, evitando la inflamación y favoreciendo las adaptaciones vasculares para que la placenta tenga acceso al suministro de nutrientes y oxígeno.

Los fallos en la producción o función de las células Treg pueden relacionarse con casos de infertilidad por fracasos de implantación de embriones sanos, con abortos espontáneos, así como con complicaciones tardías como la preeclampsia, una de las principales causas de morbilidad y mortalidad tanto de las madres como del feto, y que en muchas ocasiones se manifiesta junto a la restricción del crecimiento fetal y partos prematuros.

La inmunidad innata también ejerce una función clave. Los macrófagos, las células dendríticas y las células Natural Killer (NK) uterinas son abundantes durante la implantación e influyen en el desarrollo de la placenta a través de factores de crecimiento, favoreciendo además la vascularización materna. Concretamente, los macrófagos intervienen en funciones esenciales como la apoptosis y limpieza de células, además de presentar actividad inmunosupresora por la producción de interleucina 10 (IL-10) y otros mediadores como la prostaglandina E2, inhibiendo con ello la activación de leucocitos citotóxicos. De hecho, alteraciones en la funcionalidad de los macrófagos también se han relacionado con preeclampsia, abortos espontáneos, infertilidad y partos prematuros.


  • La infección intrauterina como principal causa de partos prematuros

Se estima que 1 millón de las muertes en niños menores de 5 años son debidas a partos prematuros. Aunque su etiopatogenia no está clara, la infección intrauterina ascendente y la inflamación fetal parecen ser los principales desencadenantes.

La respuesta inflamatoria mediada por la IL-1 β, la IL-6, el factor de necrosis tumoral α (TNF α) o el interferón γ (IFN γ), entre otros elementos del sistema inmune, provocan daño y una posible rotura de la membrana fetal, además de incrementar las contracciones uterinas y producir cambios estructurales y bioquímicos en el cérvix.

Además, si esta respuesta inflamatoria pasa a ser sistémica puede ocasionar un incremento de la IL-6 y la activación de macrófagos y neutrófilos fetales, dando lugar al síndrome de respuesta inflamatoria fetal, el cual puede culminar en una afectación multiorgánica, aumentando el riesgo de morbilidad y mortalidad tanto del feto como de la madre.

De manera adicional, los neonatos prematuros presentan unas respuestas inmunes innata y adaptativa deficientes, caracterizadas por reducidos niveles de IgG, opsonización y fagocitosis, así como una activación elevada de linfocitos Th1 en relación con linfocitos Th2.


  • El rol de la vitamina D durante el embarazo

Durante el embarazo es crucial mantener unos niveles óptimos de vitamina D y, a pesar de los suplementos, la hipovitaminosis D es común en mujeres embarazadas. 

La vitamina D favorece el desarrollo de la placenta regulando el transporte de calcio y ejerciendo efectos inmunomoduladores. Además, favorece la implantación participando en la supresión de la respuesta inmune materna y las rutas inflamatorias.

Así pues, una deficiencia de esta vitamina se ha asociado con problemas de infertilidad, abortos espontáneos, preeclampsia y restricción del crecimiento intrauterino. Algunos estudios han mostrado una reducción de hasta el 70% de la fertilidad en animales que seguían dietas pobres en vitamina D; por el contrario, la suplementación con vitamina D promovió tanto la supervivencia como el crecimiento de los folículos y la maduración de los ovocitos. 

Por tanto, solventar las deficiencias de esta vitamina podría ser interesante para mejorar los resultados, sobre todo, en mujeres que presentan una fertilidad comprometida. 

Todavía queda un largo camino hacia la comprensión completa de la relación entre el sistema inmune y la fertilidad. Por ello es importante seguir avanzando en este ámbito y arrojar un mayor conocimiento con el fin de proporcionar respuestas a situaciones de infertilidad.