“…no se sufre la enfermedad dos veces y, de padecerla, la recaída nunca es mortal”. 


Estas palabras pronunciadas por el pensador griego Tucídides denotaban ya alrededor del año 430 a.C. el concepto primitivo de inmunidad. Antes incluso, en el año 2000 a.C., Mitrídates VI tomaba pequeñas dosis de venenos distintos cada día y así fue adquiriendo inmunidad a ellos. Aunque la inmunología como disciplina nació siglos después, se pueden observar atisbos de ella durante gran parte de la historia.  


  • Siglo XVIII: Variolización y vacunación.    

La variolización, o inoculación de la viruela, fue practicada originariamente en China y la India, donde utilizaban macerado de costras humanas de viruela que espolvoreaban en la nariz. Esta técnica pasó a Europa y tomó fuerza a partir de 1718 cuando lady Mary Wortley Montagu se familiarizó con la escarificación y se la aplicó a su hijo de 6 años. Más tarde, en 1794, Edward Jenner, fundador de la inmunología experimental en la medicina occidental, inoculó a un niño las raspaduras del virus de una vaca. Este tuvo fiebre durante un par de días, pero no desarrolló ninguna infección grave ni mostró ningún síntoma de viruela. Estos hechos supusieron una auténtica revolución en la medicina, antecediendo al nacimiento de la Inmunología.


  • 1884: Teoría celular de la inmunidad.

Sin embargo, sí hay dos sucesos que establecieron las bases de la inmunología. En 1884, Metchnikoff propuso la teoría celular de la inmunidad, describiendo el papel crítico de la fagocitosis.


  • 1890: Asociación antígeno-anticuerpo.

Por su parte, en 1890, Behring y Kitasato descubrieron que el suero de animales infectados tenía actividad antibacteriana, y que esta era específica frente al agente infeccioso. Observaron que esta actividad se dirigía frente a la toxina de la bacteria causante del tétanos, introduciendo el término antitoxina. No mucho tiempo después, la antitoxina pasó a recibir el nombre de anticuerpo. Paul Ehrlich se une a estas investigaciones y también contribuye al auge de la seroterapia: observó que los antígenos, tales como las toxinas, estimulan la producción de anticuerpos específicos. Además, demostró la transmisión de anticuerpos de la madre al lactante a través de la leche materna.
 
  • 1900-1905: Utilización por primera vez del término   “alergia”.

En 1902, Charles Richet describió que la existencia de anticuerpos “aberrantes” podía desencadenar reacciones de hipersensibilidad, las cuales fueron bautizadas como anafilaxis. Más tarde, Ishikaza y Teruko observaron que estas reacciones estaban mediadas por anticuerpos IgE.

En 1905, Pirquet y Schick observaron uno de los efectos adversos de la seroterapia: descubrieron que múltiples inyecciones de dicho suero podía resultar en “la enfermedad del suero” debido a la formación de inmunocomplejos. A este tipo de reacción la denominaron “alergia”.


  • 1947: Descubrimiento de la tolerancia a los tejidos trasplantados.

La segunda mitad del siglo XX estuvo marcada por el apogeo de la inmunobiología. Los descubrimientos de la tolerancia inmunológica por autores como Medawar y Burnet hicieron que la inmunobiología eclipsara a la inmunoquímica. Burnet, además, fue el autor de dos hitos en la historia de la inmunología: la teoría de la selección clonal y la teoría de lo propio vs. lo ajeno.


  • 1960’s: Descubrimientos linfocitos T y B.

Jacques Miller identificó por primera vez en el timo los linfocitos T como los principales reguladores de la respuesta inmune adquirida. Por otro lado, el trabajo de Astrid Fragaeus y Max Cooper reveló que las células plasmáticas, descritas por Fragaeus en 1940 como las productoras de anticuerpos, derivaban de los linfocitos B producidos en la médula ósea. 

La inmunología ha evolucionado hasta ser capaz de brindarnos terapias sofisticadas capaces de tratar enfermedades como el cáncer. Sin embargo, siguen existiendo numerosos desafíos que mantienen en continuo avance la investigación científica.