El estudio de enfermedades cuya alteración primaria está en el sistema inmunitario representa un desafío importante para el profesional sanitario, pues muchas veces requiere de exámenes complementarios específicos y de elevado costo.

En este sentido, resulta práctico dividir las enfermedades de origen inmunitario en cuatro grandes grupos: inmunodeficiencias, enfermedades autoinmunes, enfermedades alérgicas y enfermedades oncológicas y de esta forma dirigir el estudio de laboratorio desde un enfoque clínico apropiado.

A continuación, describiremos los principales estudios de laboratorio utilizados en la práctica clínica, considerando los cuatro grandes grupos mencionados.

Durante los últimos años, el avance tecnológico ha permitido desarrollar técnicas inmunológicas que facilitan el diagnóstico, siendo ampliamente utilizadas en el análisis de múltiples enfermedades. Para el estudio de laboratorio de las inmunodeficiencias asociadas a anticuerpos se realiza un recuento de inmunoglobulinas séricas IgA, IgM e IgG, mientras que si son asociadas a un déficit de la inmunidad celular se realizan otras pruebas. Por otro lado, en el caso de enfermedades autoinmunes se detectan, entre otros, autoanticuerpos. También se aplican en el diagnóstico de alergias para la determinación de IgE total sérica, ya que las reacciones de hipersensibilidad tipo I están mediadas por esta inmunoglobulina. Finalmente, también son útiles en el estudio de enfermedades infecciosas, permitiendo detectar la presencia de anticuerpos frente a un patógeno o antígenos propios del patógeno.


Técnicas inmunológicas más utilizadas en el diagnóstico de enfermedades

La inmunofluorescencia indirecta (IFI) es una técnica ampliamente utilizada, siendo la más empleada para valorar la presencia o ausencia de autoanticuerpos en el suero de un paciente. En su procedimiento se usa un anticuerpo primario que se une al antígeno y en una segunda etapa se une un anticuerpo secundario marcado con un fluoróforo.

Otra técnica muy conocida es el enzimoinmunoensayo (ELISA), en el cual se utilizan anticuerpos unidos a enzimas para detectar antígenos o anticuerpos en una muestra. Es una técnica altamente específica, lo que se traduce en la aparición de muy pocos resultados falsamente positivos. Entre otras técnicas, se utiliza para la detección de IgE en alergias y condiciones atópicas, ya que es una inmunoglobulina que se encuentra a bajas concentraciones en sangre.

La nefelometría es una técnica inmunológica muy útil para el diagnóstico, por ejemplo, de enfermedades autoinmunes. Esta técnica se define como la detección de la energía luminosa reflejada a través de un detector localizado en ángulo no recto para medir la dispersión de la luz. Si la solución no contiene ninguna partícula, no se detectará la luz. Sin embargo, si hay partículas, como complejos inmunitarios, inmunoglobulinas u otros, sí se detectará.


Por otro lado, las pruebas de aglutinación también tienen un papel importante. En esta técnica, un antígeno o anticuerpo específico se une a una partícula portadora (por ejemplo, látex). Ese complejo se introduce en la muestra de manera que si el anticuerpo o antígeno que buscamos está presente en la muestra se producirá el entrecruzamiento de las partículas (aglutinación). Estas pruebas son rápidas pero menos sensibles que otros métodos y son especialmente útiles en el diagnóstico de enfermedades infecciosas.

Otra técnica inmunológica destacable es la prueba de Western blot. Esta se basa en una electroforesis en gel en la que se separan proteínas y se transfieren a una membrana, la cual se expone a un anticuerpo específico frente a la proteína en estudio (por ejemplo, un antígeno de un microorganismo). Si ese antígeno está presente en la muestra, se unirá al anticuerpo y esa unión se detectará usando un marcado radiactivo o químico.

La técnica de fijación del complemento también se aplica en la detección de infecciones, sobre todo víricas o micóticas, y permite medir la cantidad de anticuerpos que forman un aglutinado no visible mediante un proceso llamado fijación del complemento. En esta técnica, las proteínas del complemento se unen a los complejos de anticuerpo-antígeno de la muestra de suero del paciente. Si este antígeno está localizado en las células del suero, la unión del complemento a estos complejos anticuerpo-antígeno provocará la lisis o rotura celular.

También podemos recurrir a las pruebas de precipitación, que miden la cantidad de antígeno o anticuerpo en la muestra según el grado de precipitación de complejos visibles antígeno-anticuerpo en un gel de agarosa o en solución. Sin embargo, esta técnica presenta más limitaciones respecto a las anteriores.

Finalmente, la citometría de flujo es una técnica basada en inmunología celular y es muy útil en el diagnóstico de múltiples patologías. Es una técnica de análisis celular en la que, mediante el tamaño celular y la complejidad de la célula, se pueden distinguir distintos tipos celulares (linfocitos, monocitos, etc.). Esta distinción se consigue mediante láseres que producen luz fluorescente y dispersa, las cuales son detectadas mediante unos sensores y son convertidas en señales electrónicas que se analizan por ordenador. Las diferentes poblaciones de células pueden ser analizadas y/o purificadas en base a la fluorescencia y luz dispersa que emitan. Esta técnica se aplica en el estudio de inmunodeficiencias primarias en recién nacidos o en la evaluación de linfocitos T CD4+ en pacientes con VIH+, entre otros.