El sueño es un proceso de gran relevancia para el correcto funcionamiento del organismo, tanto a nivel físico como a nivel mental. Está involucrado, entre otros, en la consolidación de la memoria y en la regulación del sistema inmunitario. En los últimos años, diferentes estudios indican que esta relación entre sueño y sistema inmunitario es bidireccional. La respuesta inmunitaria, como la que se desencadena tras una infección viral, puede afectar al sueño y, a su vez, una falta de sueño debilita nuestro sistema inmunitario y nos hace más propensos a enfermar.

Los humanos, como casi todos los seres vivos, experimentamos ciclos de cambios físicos, mentales y de comportamiento cada 24 horas, lo que se conoce como ritmo circadiano. Un ejemplo de estos son los ciclos de sueño-vigilia, que vienen determinados principalmente por las horas de luz. Diferentes procesos y sistemas biológicos, como el inmunitario, se ven afectados por este fenómeno, existiendo evidentes diferencias entre los periodos de sueño y vigilia. En las fases más tempranas del sueño, se dan procesos de señalización proinflamatoria, que favorecen la activación, proliferación y diferenciación de determinadas células, así como la producción de citocinas e interleucinas proinflamatorias. Durante la noche, los bajos niveles de cortisol promueven la migración de los linfocitos T CXCR4 a los nódulos linfáticos, disminuyendo su concentración en sangre. Sin embargo, durante las últimas horas de sueño y entrando en el estado de vigilia, aumenta la liberación de hormonas como el cortisol o las catecolaminas, además de la citocina antiinflamatoria IL-10, que reducen el estado proinflamatorio desarrollado durante el sueño.  Los leucocitos desarrollan un perfil citotóxico efector, ya que es necesario que durante el día nuestro sistema inmunitario esté activado frente a posibles patógenos.

Durante el periodo de sueño, la interacción de los distintos componentes del sistema inmunitario refuerza la capacidad de éste de recordar y reaccionar frente a diversos antígenos, por lo que las alteraciones del sueño tendrán importantes repercusiones
Hay estudios que resaltan el impacto del sueño en la inmunidad innata y adaptativa; la restricción o interrupción del sueño o el insomnio tienen consecuencias en la respuesta inmunitaria frente a virus, así como en la respuesta a las vacunas y el riesgo a enfermedades infecciosas. Asimismo, tiene efecto sobre respuestas inmunitarias proinflamatorias, con implicaciones en enfermedades cardiovasculares, cáncer y depresión.


Como ya se ha mencionado, la relación entre el sueño y el sistema inmunitario es bidireccional y está mediada por citocinas. Al igual que el cerebro puede regular la actividad inflamatoria, la inflamación puede influir en los procesos neuronales y alterar el sueño. Sin embargo, es importante destacar que las alteraciones del sueño dependen de varios factores, como el tipo de patógeno (bacterias, virus, hongos) y el tipo de respuesta inmunitaria que este desencadena.


El sueño juega un papel importante en la regulación del sistema inmunitario. La privación de este tiene una relación directa con una respuesta deficiente, por lo que es necesario contar con un mínimo de horas de descanso diarias para poder así ayudar al correcto funcionamiento del sistema inmunitario, que a su vez afectará a la calidad del sueño.